Yo sé que entre los miedos
y los oscuros caminos.
Las buenas y malas cosas
que me toquen vivir,
y las lágrimas que me quieran salir,
tú siempre estarás allí,
al final de esta cordillera.
Todo lo que necesito es recordar
el brillo de tu sol,
el calor de tus arenas,
la alegría de tus calles,
y la extensión de tu sonrisa,
para saber que estás allí,
al final de esta cordillera.
No pienses que por estar lejos
no te amo como siempre,
y si un día me siento solo
me consuelo porque estás allí
esperando que se acabe para mí
este largo camino que no llega
al final de esta cordillera.
La vida sigue, tiene que seguir.
Las noches se despiden
y vuelven con las mañanas.
Cuánto más tendré que caminar
sin la luz de tus estrellas
por esta ruta que no va
al final de esta cordillera.
Perdido, triste y asustado,
todavía no se asoman los felices
llamados que quiero escuchar:
"!El camino está libre¡
¡Ya puedes volver a casa!
Ya no te sientas solo,
porque estamos esperándote
al final de esta cordillera".
Pero el tiempo y la distancia
y todas las horas que se van,
le dicen a mi corazón
que otro día más seguirá
perdido del único lugar
que amo y que está allá,
al final de esta cordillera.