Tu Recuerdo
Tu recuerdo me invade, me inunda, esta tranquila noche y bajo la débil y tan hermosa luz de luna,
procedo a recapitular en mi psique tus imágenes, tus aromas tibios que opacan a las más dulces flores,
el brillo de tus ojos, compiten con el bello alumbrar lunar que ilumina cada rincón de las tinieblas,
tu suavidad, semejante al caer del rocío en una fresca noche estrellada,
tu voz, binomio de un coro de ángeles de singular hermosura.
¿Recuerdas aquél día? Mi cabeza, hogar y fábrica de pensamientos, lo rememora cáda vez que respiro:
Tú, parada a la distancia, con singular brillo que oscurecía al mismo Sol,
tu figura tan frágil, tan especial, tan perfecta como la vida misma.
Yo, jóven y distraido, no me había encontrado nunca con una belleza tan única como esa,
belleza que embota la periféria de la visión, el retumbar del mundo exterior en los oidos se hace silencio,
el sentir del viento se vuelve imperceptible, el suelo desaparece bajo nuestro peso, pero
nada de eso me importaba, porque sabía que tenerte a tí, representaba todo lo que
necesitaba.
Cómo explicar los sentimientos, las sensaciones, que tu amor me producía.
No existen ni existiran nunca, las palabras necesarias para ponerlo en evidencia.
La carne se pudre, las estrellas del firmamento mueren con última explosión de vida,
el viento cesa y desaparece, las olas del oceano infinito se calman por fín,
la vida se extingue, pero tu belleza, tu belleza siempre sera eterna.
Tan cerca y a la vez tan lejos, te busque a tientas aquella noche en mis sueños,
como aquellos días, te sentía iluminando mi camino, y en ese momento aún eras mía.
Tu luz me alimentaba, pintabas mis días de colores brillantes y dulces, reflejos
mismos de la más pura alegria y plenitud.
Despertar del bello letargo donde aún te tenía cerca, recordarte y sonreír con penosa nostalgia,
mi rutina de cada amanecer tan imperfecto.
La belleza no necesita ser explicada, tú, con tu existir, la definías por completo.
Anestesiabas al univerno, a mí universo, del que eras dueña entera y eterna.
Te amo, con cada una de tus imperfecciones, porque ellas te hacen perfecta.
Perfecta para mí, perfecta para el hombre que te conozca aunque sea un poco,
porque el que tenga el honor de ser tuyo, sentira el cielo tocando sus pies,
sentira las nubes blancuzcas acariciando sus mejillas, sentira cómo el tiempo
se detiene.
Oh, bella doncella, pasión de pasiones, que haría el hombre sin tu existir.
Mantienes intacto al sentimiento, que huye con paso presuroso de otras
doncellas, mantienes eternamente la sonrisa en el rostro que te mire,
tus ojos semejantes a luceros que darian la peor de las envidias a la
misma Afrodita, tus dientes semejantes a diamantes se asoman con
timidez excesiva cuando esbozas una pequeña sonrisa que despierta,
hasta en el más duro de los corazones, una calidez reconfortante.
Tenerte para amarte con todo el sentimiento y tranquilidad
humanas, es el sueño que sueño cuando te observo, timidamente,
sin la valentía de acercarme a tanta belleza.
Buscando desesperadamente encontrar mi mirada con la tuya, para
así sentirme parte de tu vida (de nuevo) aunque sea un instante, un fugaz
momento donde prestes tu atención en mí: Este caballero que daría mil
vidas por pasar a tu lado un minuto siquiera. Este caballero que
se deshace por retener en su alma un suspiro de tus labios...
Fecha: 16/05/2018 | Autor: IvánA. | E-mail: acostaivan99@yahoo.com | Visitas: 267 |