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En el compás de dos años, el niño persiste,

creciendo entre versos, su esencia no desiste.

La pluma, ahora más firme, traza historias audaces,

un poeta joven que en el arte renace.

Antaño dudaban de su voz, descreían su don,

pero en la marea del tiempo, el poeta se adelantó.

Sus versos, ahora maduros, como vinos añejos,

reflejan la fuerza de dos años en sus reflejos.

En el tapiz de la vida, su presencia se expande,

como un río que serpentea, su arte se desborda grande.

Aunque al inicio desconfiaban de su ser,

el poeta, con el tiempo, demostró su poder.

Palabras profundas, como raíces en la tierra,

tejen relatos que resuenan como una vieja guerra.

El escepticismo inicial, como sombra desvanecida,

ante la luz de sus versos, en la penumbra compartida.

"No es posible", decían con un tono desdeñoso,

mas el poeta persistió, convirtiendo el desgano en gozo.

A dos años de aquel escepticismo inicial,

su pluma reluce con un brillo celestial.

Que el mundo sea testigo de su verdadera valía,

que sus versos resplandezcan con luz propia cada día.

Aunque en un principio dudaran de su existencia,

el poeta, a dos años, se alza con sublime persistencia.